Contraste entre la empresa sostenible y la que practica el greenwashing
Cada vez somos más conscientes del impacto de la actividad humana en el medio ambiente. Se hace evidente la urgencia de adoptar medidas adecuadas para hacer frente a un medio ambiente en dificultades, que sufre el impacto de la industria y el hiper-consumismo.
Bajo la doctrina del eco-capitalismo, las instituciones, empresas y compradores tienen la intención de adoptar medidas adecuadas para reducir el impacto que dejamos en nuestro entorno natural. Mientras iniciamos este largo proceso de adaptación y damos nuestros primeros pasos hacia el desarrollo sostenible, aparece el concepto greenwashing, pero ¿qué es greenwashing y qué consecuencias tiene para el mercado?
Primeros casos de greenwashing
El greenwashing o lavado de imagen verde, es un tipo de propaganda que consiste en usar herramientas de marketing de forma engañosa para trucar la percepción que tenemos de ciertos productos, servicios o políticas de una empresa. Las empresas que practican greenwashing, hacen creer al público que son respetuosos con el medio ambiente cuando en realidad están maquillando un objetivo oculto; como puede ser por ejemplo, aumentar sus ingresos.
Fue en 1986, cuando el ambientalista neoyorquino Jay Westervel acuñó el término greenwashing. Westervel detectó que algunas cadenas hoteleras incitaban a sus clientes a usar la misma toalla durante su estancia para ahorrar agua y energía en lavados “innecesarios”. En este caso, su intención era reducir gastos para aumentar sus beneficios. Sin ninguna política medioambientalista real de ahorro del consumo energético detrás.
Esta situación anecdótica, se ha convertido en una práctica cada vez más extendida en el mundo de la publicidad. Hay que ser conscientes de que distorsionar la imagen de ciertos productos para hacernos creer que están combatiendo contra el cambio climático, cuando realmente no es así, únicamente para vender más; nos perjudica a todos.
¿Qué implicaciones tiene el greenwashing en la economía?
La reflexión que tenemos que hacer como sociedad es, qué beneficios aporta vender como ecológicos o sostenibles productos que no lo son realmente.
La producción ecológica es un sistema de gestión y producción que combina las mejores prácticas ambientales, la preservación de recursos naturales, la biodiversidad y una producción de productos obtenidos a partir de recursos y procesos naturales. Los métodos de producción ecológicos desempeñan un papel social doble: aportar productos ecológicos que respondan a la demanda de los consumidores comprometidos y, por otro lado, contribuir a la protección del medio ambiente.
Si las empresas que forman parte del ecosistema actual, no respetan estas premisas para actuar exclusivamente en su propio beneficio, intentando lavar su imagen para publicitar sus productos como “verdes” cuando no lo son, están jugando con la confianza del mercado. Precisamente son la confianza, la transparencia y la fiabilidad, lo que una empresa sostenible aporta y debe saber comunicar de forma directa al comprador.
Ser 100% sostenible no es una tarea sencilla. Una marca sostenible, estudia y analiza el mercado para ofrecernos un producto final que minimiza el impacto negativo en la naturaleza de su consumo. La intención es clara, responder a una demanda actual pero sin poner en riesgo el futuro de nuestro planeta. Por esa razón, las empresas sostenibles prestan atención a todas las fases del proceso: diseño, fabricación con productos reciclados o orgánicos, minimizar emisiones de CO2 en el transporte, embalajes de materiales compostables,…
El consumo verde y la confianza
Actualmente, la confianza es un valor escaso pero muy apreciado por la sociedad moderna. Los compradores se han convertido en verdaderos investigadores, intentando contrastar la información de los impactos que reciben a diario a través de técnicas de publicidad abusiva. El cliente, por falta de seguridad, se ve empujado a confirmar lo que le aporta una empresa en términos de calidad del producto, garantías, valoraciones,… antes de tomar la decisión de compra.
Afortunadamente, el consumo verde cada vez está más extendido, esta filosofía nos presenta los recursos de la naturaleza como nuestro «capital natural». El propósito es poder disfrutar de un producto de una forma consciente y responsable; sin que ello tenga que ser nocivo para el medio ambiente.
Sin embargo el 75% de los consumidores reconoce que le resulta complicado identificar en su día a día qué productos son verdaderamente sostenibles y cuáles no. Y lo que es peor, el 72% de los consumidores considera que la sostenibilidad es utilizada a menudo por las marcas como un mero reclamo publicitario.
Si los recursos de nuestro planeta son limitados, es tarea de todos aprender e intentar ser mejores: optimizando los procesos de producción, de transporte y distribución, de comunicación y publicidad, incluso de consumo; para convertirnos en una sociedad ética y responsable con el medio ambiente.
Desde UP green, colaboramos con empresas concienciadas en minimizar el impacto de su actividad en el entorno para ayudarlas a crecer. Definimos e implantamos estrategias que impulsan el desarrollo de negocios sostenibles comunicando de forma fiel y transparente a los compradores los beneficios y el impacto que tiene para el desarrollo sostenible, tomar acción por la causa green, consumir productos certificados como ecológicos y participar en el cambio.