En los últimos años ha aumentado la sensibilidad en lo que respecta a la sostenibilidad y a las consecuencias medioambientales del consumo doméstico. Cada vez son más las personas que quieren dar el paso hacia un consumo más sostenible y responsable pero hay un miedo que les impide decidirse: ¿ser sostenible afecta a su presupuesto?

Dejar atrás hábitos del pasado 

Durante décadas se nos ha adoctrinado hacia un modelo de consumo “lineal”, los productos se fabrican, se consumen y se tiran. Este sistema implica una explotación intensiva de recursos naturales, genera residuos no reciclables e incrementa la emisión de gases de efecto invernadero. 

A todos nos vienen a la cabeza miles de productos “usar y tirar”.  Bajo este paraguas caben infinidad de opciones: envases monouso, bolígrafos, auriculares, toallitas desmaquillantes,.. Miles de productos accesibles y de un coste tan reducido que tienen un mínimo impacto en nuestro presupuesto. Rebobinemos, el coste económico es reducido pero, ¿cuál es el verdadero impacto de los productos monouso?

Bienvenidos a la nueva era: El consumidor sostenible

Según un estudio de la OCU, en España, el 30 % de la población está dispuesta a gastar un poco más para adquirir productos respetuosos con el medio ambiente. En este caso, encabezan los que impulsan el cambio son los más jóvenes, la Generación Z y Millenial

El informe revela que dos tercios de los consumidores cambiarían sus hábitos alimentarios por razones ambientales, incluso han detectado la gran cantidad de desperdicio de alimentos que se genera en el hogar y tienen como objetivo reducirlo.

Lamentablemente, el 60% de los consumidores considera que falta información sobre quienes son las marcas realmente sostenibles disponibles en el mercado. También, se identifican como principales handicaps la falta de suficientes alternativas de productos sostenibles y el difícil acceso a ellos. 

Replantear las prioridades: ¿sostenibilidad o precio?

Un pensamiento generalizado es que la sostenibilidad es un lujo que no todos pueden permitirse pero, se está dejando de lado una parte esencial de la ecuación. 

El precio de un producto no es exclusivamente el importe que estamos dispuestos a pagar por él. También es el coste medioambiental que se le puede repercutir por la fabricación, distribución y consumo del mismo. Por ejemplo, ¿cuántos litros de agua se han consumido para fabricarlo?, ¿cuánta energía se ha consumido para procesarlo?, ¿cuánto CO2 se ha emitido en su transporte?, ¿se podrá reciclar, reutilizar, descomponer?

El precio de un producto se fija teniendo en cuenta: el coste de la materia prima, de la mano de obra, de la logística, promoción… La economía de escala permite fabricar muchas unidades para repercutir un coste menor a cada unidad. El eco-capitalismo va en contra de esta producción en masa; en cambio fomenta la producción Km 0, productos de calidad y duraderos, salarios y condiciones “decentes” para los trabajadores,… Lo que percibimos como “caro” en un producto sostenible es sencillamente comercio justo. Una marca sostenible ejerce su actividad sin perjudicar a las generaciones presentes ni futuras por obtener un beneficio propio a corto plazo.

El reto de UP green

Cuando compramos, estamos recompensando a la marca que ha fabricado el producto. Si hacemos el ejercicio, podemos cambiar la percepción de nuestras compras y plantear la adquisición de un nuevo producto como una inversión en una empresa. Al tomar la decisión de compra invertimos en la empresa, y en todo lo que conlleva, su valores, política, prácticas, management, en sus ingresos y beneficios. 

Desde UP green impulsamos a empresas con proyectos sostenibles para que ganen visibilidad en el mercado. Nuestra misión es que aquellos compradores que están buscando una alternativa comprometida con el medio ambiente puedan encontrarlas, invertir en ellas y participar en el cambio. Y tú, ¿quieres ser parte del cambio? ¡Contáctanos!